El envión de la bioenergética
Una sesión de análisis bioenergético es un mix entre el lenguaje verbal y el corporal donde se busca un movimiento sutil, como de vibración, y no la violencia y la dislocación del cuerpo.
por Sandra Chaher ¿Por qué alguien elegiría una terapia neo-reichiana para ventilar los laberintos cerebrales? ¿Porque, después de años de psicoanálisis y alternativas new age, hay ganas de poner la mente y también el cuerpo en remojo? Es posible. Pero las terapias neo-reichianas (derivadas de Wilhem Reich, discípulo díscolo del padre Freud) no son nuevas en Argentina. Hace al menos 15 años que hay especialistas en estas disciplinas. Sin embargo, en los últimos tiempos suena la palabra bionergética, la versión americana del “neo-reichianismo”.
Muchas veces es asociada a algo trucho. Es verdad, el olfato popular no se equivoca. Pero también hay profesionales que estudian, se forman y desafían la tradición de “Buenos Aires Capital Mundial del Psicoanálisis” (podio compartido, como se sabe, con Nueva York). El creador del análisis bioenergético fue Alexander Lowen, norteamericano nonagenario paciente de Reich cuando éste emigró a Maine. Lowen era profesor de educación física, Reich lo mandó a estudiar medicina, y al compás del siglo pasado difundió la más extendida mundialmente de las terapias neo-reichianas. “Reich habla de reflejo del orgasmo, algo más general que el orgasmo sexual, se refiere al movimiento energético que se da cuando el cuerpo está desacorazado; las corazas son un sistema de defensas que bloquea el pleno placer. Cuando Lowen hizo su terapia vio que él había llegado a ese nivel pero no lo mantenía, entonces pensó que era muy ambicioso y poco realista creer que uno puede estar sin ninguna forma de tensión en el cuerpo dada la sociedad en que vivimos. Y comenzó a desarrollar otro concepto, enraizamiento o grounding: cómo adaptarse activamente a la realidad. Lo hizo mostrando el importante uso que tienen las piernas y la estructura pélvica en lo cotidiano. Las piernas nos llevan, nos permiten pararnos y posicionarnos frente al mundo. Se busca que la persona esté lo más contactada posible con la realidad, partiendo de la base de que muchos de los problemas vienen de la desconexión con la realidad externa e interna.” Liliana Acero es doctora en Ciencias Humanas (tiene un título de grado en sociología y algunos años de estudio en psicología) y trainer nacional de Análisis Bioenergético, un diploma que se da en las filiales de las escuelas del International Institute for Bioenergetic Analysis (IIBA) que fundó Lowen. Es presidenta de la Sociedad de Análisis Bioenergético de Argentina (Sabra), una de las dos filiales del IIBA en el país (la otra es el Instituto Argentino de Análisis Bioenergético).
En Sabra hay que estudiar cuatro años para alcanzar el primer nivel: analista bioenergético. Los postulantes tienen que tener alguna carrera de grado afín (psicología, medicina, u otras) pero se hacen excepciones con personas con aprendizaje informal profuso y vinculante. Acero es además trainer internacional en Biosíntesis y preside también la Fundación Centro de Biosíntesis, otra de las líneas derivadas de Reich (con especial arraigo en Europa). Para obtener el título de analista en Biosíntesis se necesitan cinco años. “Pero en ambos casos hay una carrera que incluye por lo menos cuatro o cinco niveles más. Para trainer internacional tenés que tener unos quince años de experiencia. Y los años de la formación de grado son relativos, porque además de las clases hay supervisión y terapia. Porque para trabajar tus propias corazas, para que después puedas entender, resonar con el otro, tenés que tener bastante trabajo encima, sobre todo porque el instrumento de detección es el cuerpo, no sólo la palabra. Y la percepción, los sentidos, tienen que estar muy desarrollados para hacer esto, limpios de la historia personal.”
Una sesión de análisis bioenergético es un mix entre el lenguaje verbal y el corporal. “Debido a ese entrenamiento largo nosotros tenemos incorporado en nuestro cuerpo el análisis del lenguaje del cuerpo del otro. Mientras la persona habla uno va percibiendo sus sensaciones y registrando los gestos, la mirada, el lenguaje corporal, que es el que está grabado estructuralmente en el cuerpo, no las posturas que cambian temporalmente. Durante la sesión vas a hacerle alguna referencia a esto.Una de las principales cosas que observamos es la escisión entre el amor y la sexualidad, que pone en juego no sólo el funcionamiento del amor sino también del trabajo de la persona. Pero la sesión empieza verbalmente, porque la historia es tan importante como en el psicoanálisis.” El aspecto corporal de la bioenergética se sintetiza en ejercicios físicos, respiratorios, y “de toque” entre paciente y terapeuta. “El contacto espalda con espalda, por ejemplo, puede hacerle sentir su columna como algo que lo yergue en el mundo, el soporte que no tuvo, y así recuperar su soporte interno”.
“La prueba más palpable de que estás con un bioenergetista es esto –dice Acero señalando su diploma encuadrado sobre un aparador–, y en Argentina no debe haber más de ocho personas formadas en las escuelas de Lowen. A mí me llegó mucha gente descompensada por malas experiencias. Hay un ejercicio, por ejemplo...” Se levanta, flexiona apenas las piernas y deja colgar el cuerpo hacia adelante, con las manos casi tocando el suelo, las piernas vibran levemente. “Cuando el movimiento del cuerpo es sutil decimos que está vibrando. Pero cuando es violento y dislocado hay falta de contención del terapeuta, la persona está como sin forma y los que no saben incentivan a hacer ese tipo de cosas, a ‘hacerlos actuar’ decimos nosotros. Y el cliente tiene que ser muy cuidadoso, porque nosotros trabajamos con un elemento muy poderoso de transformación que es el cuerpo, no sólo porque el cuerpo se transforma, yo calzo dos números más que cuando empecé análisis bioenergético, sino por las resonancias que eso genera.”
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